
Veo rombos.
Rombos que vuelan alrededor de mis sienes.
Azules y claros, brillan como un trozo de cristal al sol.
Rombos celestes con gotas de azul dorado.
Rombos que giran incesantes y eternos, etéreos navegantes de la mente limpia.
Ahora son esferas ¿o tal vez apenas círculos?
Sobrevuelan gozosas las cimas de mis cerros.
Se agrandan y relucen hasta parecer estallar en luz.
Y luego desaparecen, dejando una estela opalina
surcando en el espacio.
Rombos y esferas se acercan magnánimos.
Se asoman y bajan y cuando pisan tierra
se transforman, desafiantes, en esbeltas pirámides.
Con cúspides prolijas y misterios infinitos.
Muchos puntos forman la línea que une al cielo y sus esferas con la tierra y sus pirámides...
Uno. Tan sólo un punto es el que me une con todas ellas, para formar así, el cubo perfecto.
PAOLA
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