¿Acaso no adviertes la luna recostada en la montaña?
Ella no supone nada de la sierra, solamente alumbra sobre ella.
No se fija si los lobos le aúllan, o si los pájaros se esconden en sus nidos.
Tampoco suspira por encontrar algún perdido rayo de sol en la penumbra
ni se inquieta por vampiros secos o por cuervos bruñidos de mentira y soledad.
Ella ni siquiera se asoma hacia la Tierra.
No nos guiña un ojo, ni espera gustarnos.
No anda reclamando vidalas de los tiempos niños, ni sacrificios de los ancianos padres.
No sabe siquiera que su luz no es tan suya. Y que al Rey le pertenece.
No se percata de las miles de estrellas que a su alrededor fulguran.
Ni mira su cuerpo árido, sus ríos secos, su esencia de planeta extinguido...
No sabe que desde aquí abajo le dibujamos ojos
o que algunos hombres la pisaron hace años y plantaron su bandera y aplaudimos en cadena.
No ve la vida recortada de los hombres.
No entiende de dobleces, ni dualidades, ni fragmentos.
No cree que ella sea única. Ni que es buena. O el demonio.
No sabe que la endiosan, o la odian, o la estudian.
Sólo Es. Sin los imbéciles retazos humanos…
Y se abandona al eterno rodar del Universo…
Paola
ResponderEliminarES SOBERANA!
Que belleza Verdadera Paola!