Brilla.
Brilla en tus sienes la Luz luminosa de tu casta.
Se refleja en tus poros, y la mirada oscura se oscurece, aun más y paradójicamente ante tanta blancura.
Brilla.
Brilla tal cual un sol blanco en un desierto de arenas albas.
De arenas finas y plateadas.
De arenas cándidas…
Brilla tu cara, tu piel y tu pelo
y alcanzan apenas a vislumbrarse los rasgos.
Toda tu Esencia está desnuda…
Totalmente limpia, libre de ataduras.
Ya no existe el cuello ni las manos,
tampoco se notan los labios, ni los dientes.
Ya no se distinguen las arrugas, ni siquiera el reflejo de tus canas
ni el color de tu pelo, ni las pecas de tu rostro,
ya no están ahí, donde estaban, las manchas de tus manos,
ni el aroma de tu especie,
ni la belleza de tu rostro,
ni el calor de tu cuerpo ,
ni las manos frías,
ni el dolor de tu espalda…
Y cuando por fin el resplandor comienza a menguar
Y se apaga, o se esfuma, o crees que se desvanece...
Ya allí no hay nada. O no hay lo mismo que otrora se conocía.
La sustancia que eras ya no existe.
y a pesar de eso... Eres más que nunca.
Aunque las gentes no te reconozcan, o te ignoren, o hablen de vos a tus espaldas.
O pasen a tu lado y no te vean.
O te inviten a sus fiestas y no te encuentren.
Allí estás. Convertido en Luz.
Siendo Uno con el Todo.
Siendo por primera vez en siglos, lo que has venido a Ser.
PAOLA
