Te contemplo. Largamente, te contemplo.
Descubro tu cuello de hombre, sutil y profundo. Fuerte. Amoroso.
Observo embelesada la caída de tu pelo. Desaliñado y rubio.
Que cae como si no quisiera sobre tu cara.
Tus ojos de niño asombrado. Tu mirada de hombre, certera. Pura. Masculina y noble.
Veo tus labios que encierran palabras que no se dicen tan fáciles.
Boca que amo, intensamente y de manera inocente y, a la vez, apasionada.
Miro sin mirar tu interior de Caballero Andante.
Tu espíritu de Héroe indomable y sublime.
Tu alma de Guerrero.
Tus sueños de Ángel Justiciero.
Tu cuerpo de mortal. Hermoso y fugaz.
Hombre que espero - Y no - que llegues a mi vida.
De esta vida de la que nunca te has ido.
Que siempre nos buscamos.
Cabalgando eones, rastreando las huellas de nuestros principios.
Nos intuimos en algunas ocasiones.
Sé lo que piensas, o lo que estás sintiendo.
O creo saber lo que estas queriendo decir cuando dices otras cosas. O cuando callas.
Amor mío. Soy tu sempiterna compañera.
Soy tu razón de búsqueda.
Soy tu Eterna Alma Enamorada.
PAOLA
Se me eriza la piel... Tanto Amor escondido... tanta sensación de cercanía... tal vez, tal vez esté más cerca de lo que piensas, y Él es el que está dictando esas palabras, que obran como llamador... Siento la sensación que falta poco, muy poco para todo lo que siempre soñamos.
ResponderEliminarUn abrazo, bellísimo poema.