
No estamos mirando todos para el mismo lado.
No miramos más que adelante de cada nariz, apenas unos milímetros más alla de los ojos...
Pero miramos tonto y pequeñito.
Miope mirada que analiza miopes interpretaciones.
El ojo se abrevia y la pupila se esfuerza
pero sólo hasta la lejanía exacta de tres centimetros más allá de lo que nos importa.
Y con la mirada torpe se cierra indefectiblemente también el oído incierto
y ahora no sólo no alcanzamos a ver el horizonte
sino que tampoco escuchamos los sonidos de la Tierra,
los cantos de los pájaros,
los gritos de los hombres...
Caminamos lento y con cuidado
fijándonos donde ponemos cada paso.
Cuidando nuestro pie y nuestra armadura.
Jamás nos arriesgamos a dar un paso largo
o a cruzar un acantilado volando.
No podemos volar, nos han dicho...
No podemos soñar.
No podemos vivir.
Muertos que caminan, y ven poco, y oyen nada y marchan lento...
Vamos inconstantemente creyendo que así y todo somos los dueños de la creación...
PAOLA