
No estoy.
Nadie puede verme.
Ángel etéreo de la soledad insondable y eterna.
Eso soy.
Y nadie puede entender el porqué de lo intangible,
sordo y puro.
Cada una de mis alas
pequeñas y rugosas
asoman tímidamente entre mis sienes
pero no las veo y no las ven...
Soy invisible para ellos
pero también aún para mi.
Todavía no me doy cuenta ni puedo escucharme.
Aún soy sordo a las plegarias que me dicto.
Veo todavía esa masa de piel cuarteada y esas arrugas finas en mi boca.
Veo los ojos pardos y los cabellos opacos.
Veo los pies manchados y las manos secas.
Pero no me veo aún... aunque tal vez, me intuyo.
Pequeño ángel invisible
que se abraza a mí en cada instante de paz
que tiene mi mismo rostro aunque parezca tan distinto.
Pequeña aureola de luz que enmarca mi cabeza pesada
de tanto cargar vientos huracanados.
Soy un invisible ser de luz azul
que recorro inmóvil los caminos
esperando que me avisten.
PAOLA